Una flor entre tanto cardo.

 Es triste consolarse con que cada vez falta menos para irse.

 Esperar ese abatimiento en los ojos para cerrar el día.

 Hacer autopsia, radiografía, diseccionar la senda, y sólo datar una belleza. 

 Una flor entre tanto cardo.

 Y tienen derecho a existir, los cardos, pero ya tengo espejo, barba, pelos locos, cicatrices.

 Dejarme soñar. 

 O recordar, aunque duela. 

 Imaginar es demasiado trabajo con tan poco andamio. 

 Los huesos duelen y reclaman el incendio de una vela de espliego.             

 Una rotundidad carnal entre tanta masa amorfa.





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