Solitarios.
Sin duda soy un hombre bastante raro. Aunque en mi elemento me sienta totalmente normal. Pues siempre procedo de corazón o con el corazón. A puro latido. No soy más raro porque persiste en mí esa educación y respeto natural heredado de mis padres. Sobre todo de mi madre. Podía elogiar a todo un pueblo y después sacudirse el polvo. Era tremenda.
Tengo un cariño y respeto por mucha gente. Generalmente por quién fue más que por quién es ahora. Me es inevitable no juzgar en mis adentros. En el cuarto oscuro de los cabales.
El personaje de “El insomne funcionario” sus características y rarezas nacen de una persona real. Hablé unas cuantas ocasiones con él. Cuándo aún me satisfacía la conversación en los bares. En esa hora bruja entre las primeras copas y la sórdida borrachera. El pedete lucido famoso.
Este hombre trabajaba en el ayuntamiento de Formentera. Era un solitario bebedor. Un solitario que cenaba siempre sólo. Andaba solo. Un solitario que contemplaba desde su mesa como me ponía tibio de medianas Maus y soltaba mi perorata fruto de mis lecturas. El Tasio. Podía hacer el papel del californiano Bukowski. El aragonés buñuelesco. El mochilero que engrandecía sus escapadas de días en meses. El que hablaba de Barcelona con grandes conocimientos de antros y leyendas.
Era consciente de que escuchaba y se sorprendía tras sus gruesas gafas. Así abrí el camino para acceder a su confianza. Este formenteres era absoluto dueño de su vida. Nada le influía y era libre de usar su mente con un raciocinio alejado de sectarismo o corriente alguna. Dormía una buena siesta. Pero era incapaz de dormir a la noche. Leía, veía películas; después de cerrar los bares payeses, claro. Era un bebedor tranquilo. En eso le envidiaba hasta la médula. Mis borracheras eran escandalosas y terminaban en comisaría o en urgencias.
Así que con esa premisa forje un personaje principal. Luego solté a los perros de la imaginación.
Ahora que casi no importa nada; que me libro de pancarteros de todo color y condición; que me digo: lee y escribe, lo demás es superfluo; entonó mi canción de marinero de secano: cómo me gustan los solitarios; ajenos a la sociedad y con un mundo propio. Verdaderos corsarios en mares de calma y sabiduría. Hasta tengo una princesa de negros cabellos en este reino de pompas de jabón.
"Nighthawks" de Edward Hopper.
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