¿Vamos bien para Rodanas?

 Hoy al ir a comprar el pan me han preguntado dos coches por el Santuario de Rodanas. Me extraña, que no esté señalizado, y la gente que viene de fuera tenga que preguntar con riesgo de accidente. Sí, por menos casi se empotra el coche de atrás. No quería hablar de esto, que también viene al caso; quería, simplemente, trasmitir la sensación de identidad que la pregunta conlleva. Un aluvión de sensaciones a velocidad neuronal super rápida de respuesta. Trabajo, diversión, devoción, locuras, escritos, (hace muchos años que en una novela mía salía una feria medieval) recuerdos de Félix (q.e.p.d.) y su madre Pascuala (q.e.p.d). Pedro y Vicente (q.e.p.d.) y su bar Hnos. Andrés. Aquellos entresijos encebollados, migas, ranchos...en una palabra: una pregunta sencilla, te aposenta y revuelve tus sentidos de pertenencia. Que no sienta ninguna apetencia de subir al Santuario, no es desprecio, al contrario, Rodanas me ha dado todo que podía darme. Llevé su imagen en aquellos saltos en paracaídas, y por muy ácrata que diga, le recé. Sí me fracturé un tobillo fue por mi vanidad y falta de rigor. Allí está, y pienso que para siempre, mi boina. Y nada más. Este lobo solitario se alegra de vez en cuando ante la pregunta:

"--Vamos bien para Rodanas".






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