La roca y el agua
Todos los días, me quedó absorto viendo la obra de arte del agua sobre la roca. Esa amoldada forma con la lisura de un cuerpo acariciado con un amor natural de pertenencia e integración. Me imagino microscópico, viviendo en esa grieta, primitivo y armado con la lanza de punta de junco. Acarreando briznas de leña al interior de la madre roca. Y allí, en lo más profundo, escuchar al agua en su rozamiento feliz, sinfonía húmeda de los sueños cumplidos. A lo lejos las campanas, la devoción hija de la maldita obligación de ser hombre. Me casaría con una roja mariquita y oficiará el acto un viejo caracol. Pasaríamos la luna de miel dentro de una fragante manzana y a la noche los grillos nos montarían un baile tropical. Así son los sueños de un hombre cansado de ser y estar pendiente del correo, el hambre, y esa flecha de acero acariciando el nervio del fino violín.
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