A la puerta de los bares.





Como recuerdo las mobylette’s y las torrot’s aparcadas a las puertas de los bares en la sagrada hora del café.
Bajar a la capital en Ágreda Automóvil a las dos de la tarde.
Ciclomotores en todos los pueblos con cajas de madera de fruta donde espera el azadón con unas botas de agua.
Aquel bar de Alagón haciendo chaflán. Siempre con gentes fumando y gastando bromas.
Haciendo tiempo antes de ir al huerto. O a la obra. O a casa a esperar la hora del vino de la tarde.
Los soldados a la puerta del cuartel de Casetas. Un día también sería soldado. Ahora iba a comprar ropa para las fiestas y discos para la peña.
La tarde era tan larga que daba tiempo para ir al cine tras comprar un vaquero y una camiseta en Galerías Preciados. Y merendar en el Tubo. Comprar tabaco de contrabando. Y con las bolsas acelerar para coger el tren de las 8:20.
Todo estaba cerca para unas piernas de 15 años.
Llegar a la estación. Dejar los paquetes y bajar al pueblo entre dos luces y fragante aroma a manzanas.
La amarilla a la puerta del 63. Los amigos apostados en las sillas a la puerta.
--Ir para la peña que voy a casa a por los discos.
Volvía con los discos y los encargos de tabaco americano.
Las chavalas se hacían las despistadas. Se acercaban a pedir tabaco. Y cuchicheaban entre risas.
Hasta las fiestas no entrarían. No sé dejarían abrazar en los bailes lentos. Alguna prima de ciudad entraba y salía presumida.
La noche caía cálida y envolvente sobre nuestra juventud.
--Bueno, a dormir que mañana es día escuela.
Y como luciérnagas ruidosas cada motillo nos llevaba a casa.
Como recuerdo los ciclomotores a las puertas de los bares cuando creíamos que todos éramos iguales y nos esperaba, más o menos, lo mismo.
“Saca el güisqui cheli para el personal
Que vamos a un guateque
Llévate el casete pa poder bailar
Como en una discoteque”
Desmadre 75.

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