Trenes e insomnios.



El constante búho real y los trenes de mercancías.Rompían el silencio sepulcral
de mi insomnio.
Mi madre era un alma bendita
A pesar de las viperinas lenguas.
En aquel primer verano de mi desdicha
Siempre había un cartón de Don Simon
blanco en la nevera.
Una botella mojada de gaseosa La Pitusa en el congelador.
La rellenaba con el vino y la metía en un zurrón con pan y queso, nueces, una manzana.
Y subía a las vías a escuchar pasar trenes y pastorear estrellas.
Si las vías me llamaban
Encendía un pequeño transistor.
Lloraba, reía, me apretaba los testículos:
"Saldrás, saldrás de está trampa...
Que tu solo te pusiste...
Saldrás..."
Ese mantra mi mente repetía.
El búho se despedía uh-uh
Las altas chimeneas se iluminaban
En sus cimas metálicas se posaban
Ángeles del alba.
Algún tractor madrugador.
Unas esquilas por el Tejar.
Daba el último sorbo al tibio vino.
Y como un fantasma
Volvía a mi purgatorio
A perdonar mis errores.
Con el tiempo detenido
El cuerpo yerto.
Por la ventana
Una tímida luz
Una rendija de fuego
Un canto a la vida en aquel blanco
Silencio.
"Estación, 1986"

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