Sueños



Había sido buena idea montar la pequeña cabaña de madera en el altillo del bar. Al aflojar tanto la clientela quedaba espacio de sobra. Una cama, una mesilla con una radio despertador, lampara de lectura, un armario ropero. Una terracita donde poner una mesa comedor. Al lado una ducha y un lavabo con espejo. Había espacio para mí y para Eric, mi doberman. Era el cuarto Eric. Y me lo mandaron de Croacia. Aquí con las nuevas leyes convertían a un puro diablo en un perro de peluche. Querían ser los más humanistas de la Historia con mayúscula. Y no paraban de dejar tomar las calles por una horda de bestias foráneas. Como esto es un sueño; puedo ir a desayunar a la Concha. Una jarra de cerveza y un bocadillo de salchichas con tomate. Un carajillo de licor 43. Al lío. Ya el bar estaba limpio y brillante. Pagué a la chica y me encendí un camel. En los sueños no existe ni la tos ni el colesterol ni el ácido úrico ni nada chungo. Como es un sueño dentro de otro sueño; cada noche era visitado por una amiga distinta que sólo decía: ¿Por qué?¿Y porqué no? contestaba. Vosotras tenéis lo que queríais de la vida. Yo tengo mis sueños. Anda, se buena. Quítate la ropa.
Saqué a Eric a debajo Palacio; y mientras se cagaba en la nobleza, abrí una botella de Coto reserva. Le di dos sorbos y la dejé en un banco. A mí pariente le encantaría.En los auriculares una vieja canción de Dylan:
--"Te dejaré estar en mis sueños&si yo puedo estar en los tuyos".


Era hora de servir los cafés. A despertar. Santa mierda cotidiana.

Comentarios

Entradas populares