Pilares.



Y aún a pesar de la carestía y los años grises había momentos para la alegría. Se celebraban las fiestas con lo que hubiera a mano. No todo era gris-negro. Las cosas pasaban y se les hacía frente con las armas a mano. Armas pacíficas: aguante y resignación. Otros no se resignaron, lucharon por su visión de futuro. Muchos dieron su vida. Pasaron largas temporadas en la cárcel. Sufrieron torturas por su empecinamiento. Triste, sobre todo por su inútil resultado.
¡Gracias a ellos, disfrutas de democracia y libertad!
Sí tú lo dices.
Eran ellos los que se lo guisaban y comían. Los que se emborrachaban de palabrería. Los que aspiraban a la herocidad.
Nosotros, la inmensa mayoría, vivíamos, y, sí, dejadas las penas aparte, celebrabamos estar vivos. El pan y el vino con gaseosa.
Y que conste que no hago enaltecimiento de los años grises. No. He llevado demasiados reglazos y bofetadas. Pero que no te cuenten milongas y leyendas. En la URSS se vivía muchísimo peor. En Albania, Rumanía, Checoslovaquia, Yugoslavia, terribles dictaduras comunistas con obligada idolatría al líder supremo. En China, Corea del Norte, Vietnam, Camboya, ni te lo puedes imaginar, por mucho mal que pienses.
Cuba, debido al clima, menos dura. Pero todo elemento contrario a la revolución fue encarcelado o fusilado. Obligado exilio en los capitalistas EEUU.
Y aún así seguro que el pueblo celebraba la vida. Aún a riesgo de perderla y pagar la bala.
La vida es como la hierba. A poco que llueva, resucita en primavera.
Que no te coman el coco...
No estamos mejor ni peor. Estamos de cuerpo presente. Por ahora..



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