Palabras
"Una palabra no es igual para un escritor que para otro. Uno se la arranca de las entrañas.El otro se la saca del bolsillo del abrigo."
Charles Peguy
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Y cuando digo palabra; digo, ampliamente, vida. La vida y su final no se enfrentan de igual manera con las mismas armas de defensa a ultranza. A veces digo: soy anarquista desde los 16 años. Sin pertenecer a ningún grupo ni por afinidad. Cuando tuve conciencia de la Idea, la Acracia; renuncié a otras ideologías. Sí. El niño mimado del "amo" al que no le faltaba ningún juguete ni capricho; supo ver, con sus ojos abiertos a la realidad que la desigualdad y el poder del dinero, ni eran justos, ni podían ser defendidos por la religión ni por la autoridad. Que los jornaleros semi analfabetos eran felices, al menos, se conformaban con tener salud para arrostrar sus trabajos físicos de sol a sol. Tampoco podían elegir. Era ejercicio de pura supervivencia. Ergo, me convertí en libertario en esencia pura. Luego, desde luego, vinieron las decepciones. Pero aunque el fuego se fuera apagando; siempre conservé una luminosa chispa. La misma chispa que hace brotar la risa ante los sinsentidos actuales; la parodia que no cesa, la pantomima en que se han convertido las cosas importantes de un pasado no lejano; pero, impensable para los jóvenes actuales. Leo, leo...es mi droga actual, y no puedo evitar ser deslumbrado por la terrible estupidez. O siendo muy frívolo; reírme como un loco de atar. Con la mochila llena, ¿Esto era todo lo esperable y deseable? ¿Estás son las soluciones a los problemas mundiales? ¿Meter en un frasco de cristal 100 hormigas rojas con 100 hormigas negras, agitarlo, y ver cómo se enfrentan a muerte? ¿Dónde están los filósofos pensando soluciones? Los políticos ya sé donde están; y, la verdad, no espero soluciones, sino más conflictos mundiales, nacionales; ya me doy por satisfecho si los hijos electos de mi pueblo cubren algunas expectativas necesarias e importantes para la convivencia en un pequeño núcleo urbano.
Ni siquiera es duro; sencillamente, triste; afirmar que visto lo visto, pensado lo por venir; desaparece el miedo a la extinción, aunque perdura el temor humano al gratuito dolor de la decadencia y la vejez.
Espero que el inextinguible espíritu legionario libertario me asista en mi último aliento. Valga la contradicción.
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Y cuando digo palabra; digo, ampliamente, vida. La vida y su final no se enfrentan de igual manera con las mismas armas de defensa a ultranza. A veces digo: soy anarquista desde los 16 años. Sin pertenecer a ningún grupo ni por afinidad. Cuando tuve conciencia de la Idea, la Acracia; renuncié a otras ideologías. Sí. El niño mimado del "amo" al que no le faltaba ningún juguete ni capricho; supo ver, con sus ojos abiertos a la realidad que la desigualdad y el poder del dinero, ni eran justos, ni podían ser defendidos por la religión ni por la autoridad. Que los jornaleros semi analfabetos eran felices, al menos, se conformaban con tener salud para arrostrar sus trabajos físicos de sol a sol. Tampoco podían elegir. Era ejercicio de pura supervivencia. Ergo, me convertí en libertario en esencia pura. Luego, desde luego, vinieron las decepciones. Pero aunque el fuego se fuera apagando; siempre conservé una luminosa chispa. La misma chispa que hace brotar la risa ante los sinsentidos actuales; la parodia que no cesa, la pantomima en que se han convertido las cosas importantes de un pasado no lejano; pero, impensable para los jóvenes actuales. Leo, leo...es mi droga actual, y no puedo evitar ser deslumbrado por la terrible estupidez. O siendo muy frívolo; reírme como un loco de atar. Con la mochila llena, ¿Esto era todo lo esperable y deseable? ¿Estás son las soluciones a los problemas mundiales? ¿Meter en un frasco de cristal 100 hormigas rojas con 100 hormigas negras, agitarlo, y ver cómo se enfrentan a muerte? ¿Dónde están los filósofos pensando soluciones? Los políticos ya sé donde están; y, la verdad, no espero soluciones, sino más conflictos mundiales, nacionales; ya me doy por satisfecho si los hijos electos de mi pueblo cubren algunas expectativas necesarias e importantes para la convivencia en un pequeño núcleo urbano.
Ni siquiera es duro; sencillamente, triste; afirmar que visto lo visto, pensado lo por venir; desaparece el miedo a la extinción, aunque perdura el temor humano al gratuito dolor de la decadencia y la vejez.
Espero que el inextinguible espíritu legionario libertario me asista en mi último aliento. Valga la contradicción.
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