Olor cítrico.
No deja de sorprender que una simple agua de colonia te lleve a encender la memoria. Su cítrica fragancia me lleva al amanecer en el campo de San Carlos, donde mi ventana abierta dejaba entrar el aroma empujado por el rocío de un limonero. Cítrico era mi desayuno: zumo de pomelo con miel y un chorrito de vodka Moskovskaya para los nervios. Siempre los callados nervios. Ora por el trabajo; ora por llenar el día libre de mar y deseo.
Más tarde en la isla pequeña, una noche de concierto en la plaza, creo que San Juan, tuve un escarceo con una siciliana-argelina. Piel morena, recoveco muy negro, y loca, auténticamente chiflada por los cítricos. Tuve toda la suerte del mundo. En la casa solitaria que compartía con otros trabajadores de la construcción, al ser domingo, me encontraba solo. Había limonero, naranjo, mandarino enfrente de la casa. Alguien había dejado una botella de ginebra menorquina Xoriguer de barro y, para más bendición, la casa tenía una enorme bañera. Recuerdo la bañera porque me pasé un buen rato limpiando los restos de cítricos espachurrados y exprimidos. Así como las sábanas tornasoladas de pringue naranja y limón. Recuerdo que la dama demonio al notar cierto empuje, saltó de la cama y me arrojó, sin puntería, la botella de barro. Para a continuación, recoger sus cuatro trapos, y salir maldiciendo a la noche.
"Nel culo no. Cane, figlio di puttana".
Qué quieren. Uno se aburre y busca algo nuevo.
Ya el domingo agonizaba cuando terminé de limpiar, ayudado por dos litronas Xibecas. Es una suerte que los colmados estén abiertos todos los domingos. Y preparen bocatas de sobrasada picante con tomate.
¡Que demonios!
Estaba a gastos pagados; tenía dinero. La casa estaba limpia para recibir a los currelas el lunes.
Me di una ducha. Me ungí con Issey Miyake, fresca, cítrica. Me vestí y cogí el coche para ir a cenar al restaurante "El Sueño" un entrecot a la pimienta con una buena ensalada.
El lunes, al entrar en la casa, los ecuatorianos no pudieron sino decir:
"Tasio, aquí huele a limón."
Agua de colonia concentrada Álvarez Gómez. De venta en Clarel.
Sientan el limón de la vida.
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