Maletillas.
Bajaban por el camino desafiando al bochorno, al solano del mediodía. Sus escuálidos talles de galgo andariego se cimbreaban con garbo. Su hatillo a cuadros sostenido al hombro por un deslucido estoque. La gorrilla ladeada y los ojos achinados de los que andan soñando con la fama. Andaban de capea en capea, de pueblo en pueblo. Eran los maletillas. Hacían autostop, pedían de fumar, agua y algo de pan. La gente del campo les pasaba la bota, cortaba una chulla de tocino de su almuerzo, y les decían donde había un melonar o una higuera. Tiempos duros para todos pero generosos. A la gente del campo les caían bien estos muchachos que se echaban a los caminos buscando su oportunidad. "Más cornas da el hambre" o "A casa vuelvo en un ataúd o en un Mercedes". Sí, los desheredados, los sin tierra. Con un par, emigraban a Alemania, se curraban la costa, se alistaban en La Legión, o se lanzaban a los caminos de las capeas. Cojones y belleza surgiendo de la miseria. Ahora..., mejor lo dejamos estar.
Ha fallecido a los 69 años Sebastián Palomo Linares en una operación a corazón abierto. Hasta el corazón de un torero puede romper esta sociedad de papel couche y palabrería.
Descansa en paz, maestro.
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