En realidad...
En realidad siempre aspire a ser un hombre sencillo. Trabajar en el campo y vivir en mi pueblo. Divertirme bailando y escuchando música en mi pueblo. Me embarga la envidia cuando veo en una película locales de baile "country" que llevan 50 o más años abiertos. Pub, bares, casas de comida que permanecen inmunes al paso del tiempo. En Formentera estaba la Fonda Pepe, con cámaras de pared, sillas y mesas vetustas, resistentes, viejas.
Salir un sábado a mover las caderas en Las Vegas sería lo máximo. Pasar al Tiffanys a echar un billar.
Y no me olvido de la hamburguesa en el JJ, ni de la Decibelio, ni del Clapton, 63, Napoli y sus tortillas de gambas. Añoranza.
Me remito al principio. A cuando esperaba en la plaza Julio a que mi conductor se tomará sus vinos en el Ruedo, bastantes vinos, y subiéramos a la finca. Mientras esperaba me quedaba prendado al escaparate de José Cortés. Me imaginaba que aquellos azules jerseys de cremallera estaban destinados para mi. Para mi trabajo de pastor en la sierra. Bueno, las gorras con orejeras de polipiel, me chiflaban.
Luego vinieron los años de internado. El sube y baja a la academia de banca. Y mi plante a otro año de aburridos estudios, cigarrillos Tres Carabelas, y vinos en las tascas. Me plante.
¿Quién lo diría?
Dejar un año de capital, vino y tabaco, rondando el recreo del colegio femenino de las Anas.
Me plante en seco. Para trabajar con mi padre. No lo voy a explicar. Duró poco a pesar de mi determinación. Sólo diré que ni me cansé, ni decidí nada. Con 16 años, ¿Qué voy a decidir?
El padre de un buen amigo mío decía que deberíamos haber nacido 5 años antes. Que siendo medianamente inteligentes, hubiéramos estudiado una carrera y ocupado un buen lugar en la sociedad. Que nos arrasó la locura tras la muerte del dictador y las libertades consiguientes. Nunca estuve de acuerdo. Había gente como nosotros que sacaba su carrera y accedía a un buen puesto.
Era otra cosa; algo que ver con la sangre y la energía, la falta de aspiraciones. Trabajar toda la semana y disfrutar del sábado noche. Merendar el domingo. Y vuelta a empezar.
Ahora que casi nada importa; importando mucho tener un mínimo de confort de supervivencia: un techo, comida, calor, espacio, ropa, libros, etcétera. Perdonen, pero la opinión general, en resumen, me da mucha risa.
Las opiniones son como el culo, que todos tenemos uno. Pero hablar y pensar como el culo, es como mínimo contraproducente. De ahí que me de la risa.
Todos hablan; casi nadie sabe nada.
Pero hay que hablar, no vaya a ser que se nos vuelva el cerebro del revés y pensemos que no decimos más que tonterías.
Antes de ser un niñato a lomos de una moto; pensé en ser ganadero, pastor con ganado y corral propio.
Lo intenté dos veces. De la misma fuente vino la falta de apoyo.
Un poco después, la tormenta y riada que se llevó todo por delante.
¡Ay, con el qué dirán!
Tengan mucho cuidado o, échenle un par; y si dicen, que digan, mientras no hagan fuego a sus pies.
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