El Muro entre tú y yo.
Ella lloraba al salir del cine. El conducía y pensaba. Si había algún mensaje; no le importaba. Al llegar a su casa, ella rompió en un espasmo de llanto. El se sintió visto como culpable.
"No, no, no ha pasado nada entre nosotros".
Y quedó el enigma asentado como una anécdota más.
Pero llegaron los martillos rojos y negros, desfilando, trayendo los problemas.
Ella ni siquiera podía llorar más. El se quedó yerto, casi muerto.
Confortablemente entumecido en su depresión.
Y la vida siguió.
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