Albañiles.


Sudábamos litronas Xibeca, un sudor fragante que hacía relucir nuestro pellejo como vestido en oro. Al golpe de calor, cubo de agua a la cabeza y muñecas, tomate con sal, la cabeza entre las piernas unos minutos y a seguir. Entre bromas, el loro con Kiss FM. Rumanos, ecuatorianos, magrebís, andaluces, un maño loco y fuerte al que a veces llamaban Urtain los viejos payeses que miraban la obra desde la sombra. Y todos compartíamos la cerveza, el sudor y las bromas. La casa y el menú. Bajo el mismo lacerante sol. Mientras por la carretera pasaban las ragazzas en los motorinos camino de la playa cantando "O sole mio".

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