Arena de reloj en mi corazón sin memoria.

Perdí el contacto en mi cerebro 
con el hilo de Ariadna 
el fino cabello rubio
que me llevaba al pasado.

Sentí que partía sin posible arribo a puerto alguno
todo se apelmaza como miel seca
recuerdos, historias, niñez, infancia, adolescencia, juventud
todo como un gazpacho agrio
se negaba a llevarme a su nido de víboras.

Cuando comienzan a bailar las letras
el vals de Morfeo
me entrego a la linea recta
hasta el amanecer.

Me propuse borrar el laberinto de obsesiones
dejar los frondosos bosque del deseo
para caminar sobre la arena caliente
del desierto deshabitado.

Mi Abisinia, mi callado canto nocturno
Al fin soy libre
Ingrávido planeo cual diablo cojuelo
por la enfermedad que abrasa
al paciente inglés.

Y remozado
al amanecer
tomó café y fumo medio purito
en suspensivo estado de gracia.

No necesito cabellos entre las páginas de Rimbaud
ni mariposas fósiles en la vieja biblia de cuero
no me convertiré en estatua de sal
acaso
me transforme en arena de reloj
yerta y olvidada en un baúl.

Ni el eco de mis pasos dados
perturba esta paz sin daga
justiciera.

Así sea.



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