Lentas y merecidas muertes

Sustenta mi equilibrio un paisaje, una voz, una caricia
Una soledad propia deseada y querida
Algo de pan, algo de calor humano
dotado para el frío perenne de la Inhumanidad del mundo que me rodea
Pero siempre hay cuchillos que se clavan en el pan
No cortándolo para comerlo, sino sacrificándolo de manera estéril
Acto de chulería pueril como cortar un haz de espigas y ponerlas a merced del asfalto.
Siempre los hechos, las voces que no se piensan y se lanzan al mundo como verdades cuando están revestidas de la más absoluta y burda mentira.
Desnudas de sentimientos, verdad, significado, proclaman su bondad dejando sobre la digna tierra
sombras de brujas insanas.
Caprichosas asesinas vestidas de adolescentes con muerte sobre su conciencia pútrida de mujeres sin conciencia ni moral
Que convierten gastados amores, frutos humanos, en cheques de viaje de regreso
al recreo libertino de sus vicios.
Luego vienen los ángeles negros que les besan el alma y les transmiten lentas y merecidas muertes
Canceres que crecen ocultos esperando con calma
las arrugas de la fealdad y decadencia por venir
Para pasar factura a tanta falaz indignidad
que sembraron en tierra virgen, tierra pura y libre de maldad
Que convirtieron en áridos desiertos de rencor los verdes prados que suplicaban amor.
Que frío se está convirtiendo este mundo inclemente
asesino
de cualquier tipo de esperanza.
Mi cáncer es la soledad; y la verdad, no duele
protege de la piara inmunda que serpentea baboseando su veneno por barras de bar y bailando en el lodo de su propio vómito
Cual cerdos de Epicuro engordando para dar su ración de carne putrefacta a un mundo insaciable de crueldad.
¿Os duele el vuestro?
Buscado y merecido cáncer que crece a cada instante de vuestra vesania por la vida
Como ciegos buscando el interruptor del arco iris
Sordos soñando el sonido de su ataúd consumiéndose
en las purificadoras llamas
camino de la nada.
Y pudisteis ser espuma marina, sombra de fornido árbol
Llama de fuego eterno, bálsamo de heridas, ambrosia del recién nacido festín.
Pero vuestras flores
nupciales y funerarias
ni tienen vivos colores
ni fragancia
solo un adorno más del estupro a la vida.
Pero os negasteis al tercer canto del gallo
Al afirmar sin sombra ni tapujo
“Soy buena persona”
Sin ni siquiera acercaros a serlo.
Ni intuirlo ni por asomo saberlo.
Pudiendo elegir la rosa
optan por la serpiente
Cuanto trabajo para la dama muerte.
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