La veleta que con tu aliento avientas.







La cizaña maldiciente
Pulmón del rumor extendido
Se expande haciendo girar veletas sin norte
Siembran los actos y los dichos
Sobre barbechos de vinagre y sal.

Y callo, cargo con la culpa y callo, ni un eco vengador
Saldrá de mi doliente fuelle para reanimar los fulgentes tizones
Que queman mis penados pies
De vuelta al origen.

Sacar la espada viperina y detener la veleta apuntando hacia el sur
Tantas palabras encubiertas
Por el pasillo mancillaste
Buscando una puerta abierta
Tan solo una gatera
Para introducir tu veneno en oídos afanosos
Por ver caer los muros de Sodoma y Gomorra.

Voy adormecer a la desidia y a la rabia en tálamo de cristal fino
Que no soporte el peso de la pesadilla
Pero reconforte el pacifico sueño que vendrá
Cuando se digne alejarse la tormenta.

Me despojo de armaduras peregrinas
Esperando la concordia
Entre soñar y vivir soñando
Imposibles vidas hechas
Al ardor de pálidos fuegos

De madera de higuera
Humo y más humo
Sin calor alguno



Donoso escrutinio
De rameras viejas
Abrir la ventana o guardar
El enviciado suspiro fogoso
Jubón de lana gruesa
Para el tiñoso abandono
De la desdentada edad provecta

Neblina de quimera
Se desvanece al alba

Del que despierta yerto de frío
Sobre aún novicia losa

De granito sin honor ni gloria
De inmortal piedra.

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