Un escritor debería vivir con una maleta encima de un bar abierto 24 horas; a ser posible, en el piso justo arriba del bar.


Odio que en la librería me den una bolsa de farmacia, porque las dueñas son primas y comparten las bolsas. Odio que no les quiten el precio...luego me dejo las uñas, siempre débiles, arrancándolos, arrepintiéndome de mi locura. Al menos, la manceba de la librería, mientras espero, ojeo, vislumbro; mantiene el ritual: se inclina por aquí y por acullá, me enseña que la vida es hermosa por delante y por detrás. Luego me sonríe cuando pago; y en sus dientes perfectos y níveos, veo mi juventud que se va en un crucero lleno de tenderos borrachos. Luego, envidio a Paul Bowles en Tanger, su habitación mínima llena de maletas y el café al lado abierto 24 horas. Por el contrario, tengo que escobar, fregar, lavar los cacharros, poner una lavadora, ducharme, afeitarme, buscar un puto calcetín escapista, curarme una rozadura de unas sandalias nuevas.....Dios...Alá....Buda....es que no tenéis piedad....Solo quiero leer a Evelyn Waugn....y sentirme en paz bajo la higuera. Es mentira.....me gustaría alzar la mano, coger un poco más de locura, llamar a Gisela y que me bailara samba en tanga mientras cocino una paellera de camarones con limón y una semilla de cayena. El vino se enfría...los camarones duermen en la nevera y mi locura se aleja. Podría escribir cuentos y relatos durante horas que formarían días, meses, años....pero tengo que rendirme a la evidencia de que no soy, ni de cerca Paul Bowles, libre en su habitación escuálida de Tanger.

Comentarios

Borja ha dicho que…
Suelo leerte de vez en cuando, y en general me gusta. Pero nunca te lo comento, así que hoy lo hago. Este me ha gustado en especial.

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