Amaneceres de pastor.

Amaneceres del labrantío aragonés
placidos días de verano
lucero miguero diciendo:
"Buenos días; hasta mañana"
al heraldo del gavilán
se va a dormir a su cuna de ébano.
Las migas hechas a la luz del candil de aceite
me despiertan con su repiqueteo en el caldero
su aroma se expande y salto del camastro.
La mistela dulzona ayuda a pasar algún atraganto ansioso
y el jarrillo de lata lleno de agua celosa de la tinaja
empuja a los adentros
el condumio fortaleciente.
Entre dos luces
las esquilas marcan el camino a los rastrojos
al bordón de trueno del truco del buco cabrío.
La fragancia del aliento de la sierra
inunda los campos bajos
con su embeleso de jara y tomillo
emulsionándose con la paja bañada en rocío
al ser hollada por las pezuñas almizcleñas.
En Madrid comenzarán los atascos
Torremolinos se desperezará con quejidos y taconeos flamencos
suecas sudorosas de vino manzanilla y rímel corrido
buscarán con ávidos ojos a su torerillo moreno.
Silencio
aparte de la naturaleza
mi padre rasga una cerilla
y enciende un purito.
Vuela el humo hacia el infinito
mientras el sol asoma tímido como novio virgen
entra en la alcoba de nupcias.
Me calo el sombrero viejo de paja
caminando hacia el cerezo.
Comentarios