SIN TITULO




Hay días en que uno se levanta con ganas y fuertes ánimos, dispuesto a seguir las rutinas matinales y al momento siente que se equivoca, que sería uno de esos días que volverías a la cama y dormirías hasta el día siguiente. La certeza es un vacio que te inunda, una impotencia ante el día que empieza que te derrota. Todo se desarrolla pésimo, como recorrer un pasillo sin luz y con una barandilla de caída de cinco pisos. Las noticias son confusas, si al menos fueran malas, pero son confusas; tú y el resto del mundo. La vieja batalla perdida. Pero cuando te convencerás que es inútil, como encender la radio una tarde de domingo de invierno y esperar que no haya futbol, cuando sabrás la inutilidad del intento. Tú. Ese cuerpo cansado, dolorido, pero al menos en pie de supervivencia, no tienes nada que hacer, es absurdo y dañino. La gente vive en sus jaulas de dudas, confusiones, con las neuronas viajando a velocidades inmedibles de la frustración a la manera de salvarla, de la certeza a la duda insalvable. Tú. En la medida de la humildad adquirida en las derrotas sabes que todo se quiebra, es aburrido, se repite hasta la saciedad. Pero si la soledad te lo da todo. Tiempo para pensar sin interferencias pueriles. Leer durante un día libre entero. No digamos escribir sin barreras y total libertad. El futuro, viejo, bien sabes a que sabe el futuro, pásate la lengua por el hombro. Ese es el sabor del futuro. No te engañes. Están los gatos por el porche, solo por la comida. No pienses en afectos y necesidades. Acaso te ha ayudado alguien en el pasado. No. Acaso alguien recuerda que estas jodido y llama para interesarse, pierde diez minutos en una visita. Afronta la realidad, solo y contra la pared. No hay salida. Leer, escribir, trabajar para sobrevivir con dignidad, un paseo, un baño en el mar, pero siempre solo….rompe las cadenas que te enferman, suelta las amarras y vuelve a ser ese hombre que forjaste con los hierros oxidados de las derrotas. Invencible en el desastre, ese eres tú.

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