SOBRE LAS TEJAS




Tras el largo temporal de viento y rabiosa lluvia
En mí obligada postración de dolor físico
Vuelven sobre las tejas a gorgojear los inquietos gorriones
¿Dónde habrán estado los días de furia e inclemencia?
Me arrastro por las empinadas escaleras
Me ducho sentado en una silla de plástico
En la pequeña radio china de 5€
Suena el maravilloso Mozart
Suena tan claro en la mañana luminosa
Que aseado y liberado de rancios sudores de fiebre
Decido afeitarme en la posición de la grulla
Salgo al sol que refulge en los charcos
Donde mis amigos los gorriones
Chapotean y juegan sacudiendo sus alas inquietas
Me visto haciendo malabares y contorsiones dolorosas
Ponerse un calcetín equivale a sentir cuchillos desgarrando la pierna
El viejo coche brillante tras el lavado me mira impotente
Pensar en entrar y salir, volver a entrar y salir, doblando la cerviz
Me inclina por ir andando al Hospital
Pasito a pasito subo la cuesta entre muros de piedras limpias de polvo
En la sala de espera nadie parece enfermo o son profesionales del disimulo
Hablan y se relatan sus achaques como si no fuera con ellos
Me aisló frente a los ventanales que dan al jardín
En los cipreses parlotean alegres los gorriones
Saltan de rama en rama y se pasean por el césped
Con la gallardía de invictos guerreros
Entró en la consulta: ciática.
Por la expresión de la doctora ante el ordenador
Sé que imagina la odisea que estoy pasando
Un depresivo impedido y solitario que lucha por sanar
De un dolor físico y no del alma
Es un soldado atrapado en la alambrada esperando el tiro de gracia del enemigo
Recojo mis recetas y marcho hacia la farmacia, el super, la vuelta a mi buhardilla que parece el camarote del capitán tras la galerna
Recojo los pecios de la impotencia, ordeno los libros, cambio las malolientes sabanas-sudario, dejo el ventilador aireando la estancia cerrada y vuelvo a bajar al sol y a los gorriones.
Los analgésicos se expanden como riachuelos de alivio
Siento la esperanza de los días móviles
Recuerdo las risas y el porche se llena de muchachas en bragas
Secándose al sol tras la ducha
Bendecidas por la juventud y el verano despreocupado de Formentera
Pero es enero y basta una nube oscura ocultando el débil sol
Para obligarme a ascender a mí retiro
Ya no se escuchan a los gorriones alegres
Comienza la sinfonía monocorde de las gotas sobre las viejas tejas
Abro un libro de poemas del sempiterno y a mano Rimbaud
Levanto los ojos de las duras y hermosas palabras y me pregunto:
¿Dónde demonios se refugiaran los gorriones?
Como dijo D.H.Lawrence en su famoso poema
Ellos no sienten compasión de si mismos
Cuando llega su hora mueren sin un suspiro de dolor
Y los humanos arrastrando pesadas cadenas de enfermedad y cobardía
No aprenden nunca nada del canto feliz de los valientes gorriones.

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