Cuatro trapos de colores y un taleguillo pintado con rojo carmin

A eso de las cuatro, ya se oía el guirigay de las mascarutas en la calle
todos levantábamos la cabeza cual asnos al oir un trueno
el silencio de tiza y pizarra se rompía con los falsetes en si menor:
"¿A qué no me conoces? ¿Quién soy?
Súbita una mano se alzaba acompañada por todas las trémulas pupilas:
"¿Don Manuel, puedo ir al baño?
Don Manuel miraba tras sus redondos quevedos esbozando una imperceptible sonrisa
"Puedes ir, Rodriguez".
Salias al silencioso pasillo y te aupabas hasta la ventana
por la calle del Vanguard bajaban las mascarutas y los zaputeros del Jueves Lardero
"Jueves Lardero, la longaniza en el puchero"
Cuatro trapos de colores, un taleguillo pintado con rojo carmín y toda la alegría del mundo.
Volviendo del baño, todos los inquisitivos ojos preguntaban, asentías orgulloso afirmando lo que querían: era Carnaval y a pesar de la prohibición, las mascaras rondaban por las calles.
Los minutos se eternizaban hasta las cinco, Don Manuel, sabiendo de la inutilidad de sus explicaciones, soltaba a la chavaleria, cual jauría de podencos tras el jabalí, salía pitando hacia la calle.
Respetando a las mascarutas y zaputeros, nos orillábamos a las aceras, para que alguna te cojiera de la barbilla repitiendo el omnipresente:
¿A qué no me conoces, Manolico?
Duraba poco, hasta la puesta del sol. Los civiles se daban el paseillo obligado por las calles con desganados pasos. La fiesta estaba dentro de las casas, las bandejas de magdalenas y los vasicos de mistela.
Los disfrados jugando a esconde cuca con los civiles, recorrían las casas de amigos y familiares, sin dejar el guirigay de sus gargantas.
Luego vino la democracia y la libertad, los grandes bailes en el casino, Las Vegas a rebosar, las calles llenas de forasteros, ya no solo se disfrazaban los mozos y mozas valientes, sino todo quisqui con ganas de zambra.
Pero siempre recordare con especial cariño, los prohibidos carnavales de mi niñez
Cuatro trapos de colores y un taleguillo pintado de rojo carmín
unas magdalenas y un vasico de mistela.
"¿A qué no me conoces?
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