VIVIR SIN HEROES
Tendremos que aprender a vivir sin héroes, sin ideología, sin rastro de solemnidad. Envueltos en el puré de verduras del costumbrismo más obtuso: fútbol, política chabacana, papel couche, televisión deportiva las veinticuatro horas al día. Robar si tienes acceso a ello, es lo más normal. Ser un cuaternario televisivo y lector de prensa deportiva, tiene su respeto en la barra del bar. A la mierda con los cuartetos de Eliot, a la mierda con Shuberts, si en la emisora de música clásica no ponen más que opera y no paran de hablar sobre lo eruditos que son, leyendo en Internet información sobre compositores y obras. Hoy todo el mundo es culto, como si pertenece al primer mundo, dierá un diploma de sabiduría. De que te sirve haber leído 1.000 libros, todos saben más que tú, ellos son ciudadanos, tu eres un impresentable superviviente, al que por cierto, no le importaría dejar de poner acentos esta mismísima noche. Ya no hay héroes, solo la botella y la radio, no hay cuerpos que acariciar porque el esfuerzo es superior a la recompensa.
No hay héroes, solo este puré de verduras sin sal que masticas desde el despertar hasta el borracho dormir. El último que apague la luz.
No hay héroes, solo este puré de verduras sin sal que masticas desde el despertar hasta el borracho dormir. El último que apague la luz.
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