
Recibo la visita de Pascual y
Marisa que vienen de la cercana
Ibiza a pasar unos días. Cena en la
mítica Fonda Pepe, buen pescado, buen vino, y la noche es joven. Bailamos hasta las cinco de la mañana, demostrando que los viejos guerreros nunca mueren. Para reponer fuerzas ternasco de
Formentera a la brasa de
cepurricos de viña, playa y recuerdos del pueblo. El domingo, más playa y comida, subimos al
mercadillo del Pilar de la Mola que abre su temporada. Acompaño a estos especiales amigos al puerto de La
Savina, sabiendo que
están cerca, muy cerca de mi corazón. Hasta pronto
Pascualet y
Marisilla.
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