Noche de Pasión

El hombre adulto que había sido:
envidiado, odiado,humillado, insultado, golpeado, robado, engañado, vilipendiado, defenestrado, horrorizado, explotado, mancillado, esclavizado, maldecido, zaherido, blanco de hipócritas maldades, abusos de amistad, escarnecido, mal amado y envilecido,
escuchó a la tormenta de su corazón,
puso una vela a su Cristo en la pared,
se metió entre sabanas de calma
y se durmió.
Soñó con blancos corderos
pastando en renacidos campos de trigo.
Niñas vestidas de comunión
virginales y angelicales.
En la primera vez que despertó
junto a sus padres
frente al mar
en el gran coche.
¡Oh, el mar! ¡Inmenso y azul el mar!
Papá, Papá, ¿Estará bien Chamaco? Atado al tronco de árbol en el rastrojo.
Claro que estará bien el burro, comiendo tiernas espigas llenas de grano.
Olvidate del burro, olvidate de la seca tierra
¡Chamaco es mi montura, la tierra seca mi hogar!
Cuando volvió a la tierra seca
que, sin duda, era su hogar
le puso una caracola en el oído al pacifico asno
para que escuchara al mar
El humilde animal levanto las orejas, alerta, ante el desconocido murmullo
sacudió la cabeza
mirando atento al niño
como si dijera:
¿a quien quieres tu engañar?
Y en sus ojos cansados del sol de agosto
vio el niño que la gente
daba demasiada importancia a las cosas muy grandes:
El Cielo, el Mar, la Tierra
cuando siempre estaban dispuestas a dejarse admirar y reverenciar.
El vuelo de la blanca paloma:
¡Libertad y Paz!
El rumor continuo de la fuente:
¡Seguridad!
El llorar de un bebe:
¡Eternidad!
Tres cosas bien grandes
que no se dejan dominar ni tocar ni mirar
se dijo en su pequeño y humilde pensar.
Ahora, casi viejo, duro y maduro su caminar
enciende una vela al Nazareno
para poder perdonar.
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