La sana ansiedad



La sana ansiedad que me provoca la escritura de la nueva novela, me lleva a ponerme mis viejas ropas de deporte y salir a correr por los caminos. Estar sentado desde el amanecer, estrujando el reseco limón de mi cerebro, me lleva a tener que salir al campo a andar, respirar y, en última instancia, literalmente, a correr. Sudan los poros de mi piel las vidas que me invento, librándome de su pesada carga. Quien se crea que consiste en tomar un café negro y sentarse, no tiene ni idea. Es arder como yesca seca en el fuego que brota de la impulsiva imaginación. Matar y hacer nacer vidas, sin moverse del sitio, desencadenar tempestades y buscar refugio para los queridos personajes. Una droga más potente que la vida. Por eso todo escritor piensa: Vivir no es importante, escribir sí.

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