La siesta de la libélula

En las imperturbables horas de la siesta
duermen las horas del sosiego.
Vuela la calima
sobre campos desnudos de vida.
Hasta los tabanos
dejan en paz
a los pacificos burros.
Duerme a la vera del pozo
cariñosa umbria
el pastor feliz.
El niño lleno de vida
no puede dormir
escapa por la ventana
a un mundo de silencios.
En la balsa las libelulas no duermen
decoran de colores el triste marron de la tierra
el verdoso sucio del agua estancada
arcoiris en movimiento
sobrecogen al niño
en un despliegue de placer.
Colores, colores, al fin colores
en un mundo gris
de ordenes y bofetadas.
Ojala la siesta de los adultos
fuera interminable
o mi vida transcurriera en otro mundo
lleno de libelulas y flores de colores.

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