El buscavidas se equivoco de casa
Estoy tendiendo mis recién lavados andrajos
Calzones agujereados, calcetines huérfanos baleados y sonrientes, camisetas descoloridas de tercera mano, pantalones de trabajo azul mahon.
Un desvencijado escúter para en mi puerta
Baja un hombre joven:
-Soy de la compañía del gas, señor. Vengo a revisar su cabeza de bombona y su goma.
Su acento colombiano es identificable a la primera palabra.
Rápido mira mi bombona, examina la manguera.
-Hay que cambiarlas, señor.
Coge una bolsa vieja, la abre, saca una caja con una cabeza, desenrolla una manguera nueva.
-Cuanto?
-Precio oficial de REPSOL BUTANO, señor. 50 euros, señor.
-¿Y tú puta madre cuánto cobra, pana?
Se vuelve y me ve. Un calzón, el más viejo en la cabeza. Por un agujero del tamaño de Cuba lo miro con ojo de loco. En la mano el garrote de sabina lleno de nudos.
No me muevo. Observo como recoge la bolsa, jala la moto y sale pitando.
Me lo tenía que haber visto en la cara:
NO APTO PARA UN ENGAÑO MÁS.
Cojo el móvil y llamo a la Guardia Civil. No quiero que vaya engañando abuelitas por el campo de esta querida isla.
(Esto es verídico. No hay racismo ni xenofobia. Un timador es un sinvergüenza sea del color o país que sea. Defendamos a la buena gente y al delincuente valiente. No al robaviejas.).
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